"Por Tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mateo 6: 25
Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias preocupaciones, pequeñas o grandes: accidentes, salud, alguien puede estar viviendo el drama de un divorcio, la incertidumbre frente al futuro de un joven, el desempleo, el alejamiento de Dios de los seres que más amamos. Todas estas cosas nos abruman, nos abaten y a veces nos hacen llorar.
Pero la angustia cede y se aleja cuando la ponemos en las manos de Dios: su peso deja de ser agobiante.
En cuanto a la preocupación por el mañana, este no debería existir si vivimos el hoy que Dios nos propone. ¡Consagramos tanto tiempo y pensamientos a la intranquilidad por el porvenir: esos días demasiado cargados, esa cita que es necesario cambiar, ese trabajo que no espera!
Es normal que hagamos proyectos. Pero si lo que planeamos se malogra a pesar de nuestros esfuerzos y nuestras previsiones, dejémoslo todo al cuidado del Señor. Nuestra inquietud por el hoy y el mañana se convertirá en una esperanza llena de fe y paz.
Las preocupaciones son inevitables, pero tan pronto como lleguen, pongámosla en las manos del Señor: "Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1 Pedro 5: 7)
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Dios Te Bendiga
Acerca de mí
- Ismael Orellana Encina
- Las Ventanas- Puchuncaví, Chile
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